HISTORIA DE LAS DROGAS EN ESPAÑA
EPOCA DE LIBERTAD FARMACOLÓGICA (hasta 1918)
Prácticamente todas las sustancias conceptuadas en la actualidad como drogas ilegales, hasta 1918, fueron consideradas como cualquier otro fármaco.
DESDE LA I GUERRA MUNDIAL HASTA EL FINAL DE LA MONARQUÍA DE ALFONSO XIII (1918-1931):
En respuesta a la campaña desatada por el diario EL DILUVIO, y a lo acordado con la firma del Convenio Internacional de la Haya sobre restricción en el empleo y tráfico de opio, morfina y cocaína y sus sales (1912), a principios de 1918 las autoridades gubernativas adoptaron las primeras medidas para controlar el uso de drogas en España. Tales medidas se concretaron en la exigencia de receta médica obligatoria para acceder a dichas sustancias.
La primera consecuencia de esta restricción fue la aparición inmediata de un incipiente, pero cada vez más pujante, mercado negro (con el consiguiente incremento de precios y adulteración de productos) y, como extensión, la aparición de una nueva delincuencia (falsificación de recetas, robos de farmacias, etcétera).
Otras campañas de prensa -como la desarrollada en 1921 por el diario conservador valenciano LAS PROVINCIAS – exigieron una polìtica de mano dura y, a pesar de algunas voces antiprohibicionistas, se fue produciendo un endurecimiento progresivo de la legislación, que tuvo su culminación en 1928, con la promulgación de las Bases para la Restricción del Estado en la distribución y venta de estupefacientes (que equiparaban a usuarios y vendedores ilícitos y sancionaban con dureza tanto el tráfico ilegal, como la simple posesión y el empleo discrecional de drogas) y la reforma del Código Penal (que pasaba a prestar una especial consideración a las “drogas tóxicas o estupefacientes”, distinguiéndolas así de las demás “sustancias nocivas a la salud o productos químicos que pudieran causar grandes estragos”).
Tras el golpe de Estado del general Primo de Rivera se intensificó la represión del tráfico -en el que solían estar involucrados médicos y farmacéuticos – y del consumo, llegándose a nombrar fiscales y jueces especiales para atender los casos de drogas. También se pusieron en marcha los primeros recursos PREVENTIVOS y asistenciales, como la Asociación contra la toxicomanía, fundada en 1926 en Barcelona.
Durante los años 20 la prensa dejó de adoctrinar a los lectores y comenzó a informar y crear opinión. Este cambio, unido a la aparición del reportaje sensacionalista, determinó que los medios encontraran en las drogas un tema moderno y de rabiosa actualidad, que saltó de la sección de sucesos a copar páginas enteras, llegando a constituir el asunto central de extensas entregas seriadas. Cabe decir, en este sentido, que el consumo y tráfico de drogas se percibió como un “problema” local, de reciente aparición, importado desde fuera, y que afectaba únicamente a los tres principales núcleos de población: Madrid, Barcelona y Valencia.
II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL (1931-1939)
Con la proclamación de la II República la política contra las drogas no se atemperó, sino que se intensificó, especialmente con la prohibición incondicional de la heroína en 1932 y la promulgación al año siguiente de la Ley de Vagos y Maleantes, por la que fueron declarados en “estado peligroso” y quedaron sometidos a “medidas de seguridad”, entre otros, los “ebrios y toxicómanos habituales”.
La prensa, sin embargo, ya no sólo hablaba de “vicio invencible”, sino también de “terrible patología”. En consecuencia, en 1935 el Gobierno optó por desarrollar una medida pragmática de reducción de riesgos y daños: la posibilidad de suministrar “dosis extraterapéuticas” a los “enfermos habituados”, es decir, a morfinómanos y cocainómanos contumaces. El único requisito para obtener el “documento especial de garantía” que permitía el acceso a la sustancia requerida (y que se mantendría vigente hasta 1967) era la inscripción previa en un registro abierto a tal efecto en la Dirección General de Sanidad.
Significativamente, con el paso de la restricción a la prohicición, la propaganda de genéricos y específicos psicoactivos desapareció por completo de periódicos y revistas. Sin embargo, los medios de comunicación no tuvieron reparos en servir de soporte para los primeros exponentes de PUBLICIDAD INDIRECTA, algunos de gran éxito comercial, como los sugerentes anuncios en la prensa gráfica y las no menos sugestivas cuñas de radio -cantadas por la cupletista Carmelita Aubert- publicitando el “super-perfume Cocaína en flor”.
En 1937 Pedro Puche dirigió BARRIOS BAJOS, posiblemente la primera película en incorporar referencias abiertas al consumo y tráfico de drogas -concretamente la cocaína- de la cinematografía española.
La Guerra Civil (1936-1939) modificó sustancialmente todo este panorama. Con todo, el principal cambio que introdujo la contienda fue la extensión del cannabismo.
RÉGIMEN DE FRANCO I: AÑOS DE AUTARQUÍA (1939-1965)
Desde la Guerra Civil (1936-1939), y tras la victoria del autoproclamado Glorioso Alzamiento Nacional, “el problema de las drogas” fue oficialmente desterrado, abriéndose paso a un periodo denominado por algunos historiadores de PAZ FARMACRÁTICA, caracterizado por la difusión de terapeutismo y de unas peculiares pautas de consumo de drogas (tanto lícitas como ilegales). El “problema” quedaba lejos y volvía a contemplarse como algo exótico y foráneo, ajeno a la España de Franco.
Curiosamente, así como la atención de la prensa por los paraísos artificiales decreció notablemente durante este período, el cine de la época, en cambio, explotó la temática hasta la saciedad. Incluso la filmografía española, sometida a una férrea censura previa, está plagada de títulos que recogen distintos aspectos del tráfico y consumo de drogas:DOMINGO DE CARNAVAL (1945) y LA IRONÍA DEL DINERO (1954), de Edgar Neville; APARTADO DE CORREOS 1001 (1950), de Julio Salvador; Etcétera…..
Aparte del café, tabaco y alcohol -considerado y promocionado como “cosa de hombres”-, los principales autores que han estudiado las distintas manifestaciones de ebriedad durante el franquismo destacan tres fenómenos típicos y característicos del modelo español:
1.- El empleo masivo y generalizado de anfetaminas (Centramina, Paliatin, Maxiton, Simpatina) y barbitúricos (Nembutal, Fanodormo, Isoamitil, Dormileno, Luminal), lo que daría lugar en el foro internacional a la denominación “droga española” para designar genéricamente a este tipo de psicofármacos.
2.- Un importante consumo de derivados cannábicos (kif,grifa, hachís) en ambientes marginales, entre los estratos inferiores e ignorados de la sociedad: legionarios, ex legionarios y otros AFRICANISTAS, marineros, clientes del Barrio chino, asiduos de bailes populares, prostitutas, chulos, carteristas y otros delincuentes de poca monta, etcétera.
3.- Un considerable número de morfinómanos, más o menos tolerados e institucionalizados, que contaban con carnet de “extradosis” o “dosis extraterapéutica”.
Junto a estos tres fenómenos, también debe consignarse un uso de cocaína bastante extendido -y en algunos casos francamente inmoderado- entre los privilegiados del Régimen, es decir, aquel segmento social que no se veía sometido a privaciones económicas y podía divertirse: aristócratas, diplomáticos, tonadilleras y artistas de flamenco, gigolós, toreros, juerguistas de doble moral, famosos del mundillo del cine, del teatro y del espectáculo en general, estraperlistas de altos vuelos, algún que otro jerarca y capitoste del Movimiento, etcétera.
EL RÉGIMEN DE FRANCO (II): EL DESARROLLISMO (1966-1975):
El período de PAZ FARMACRÁTICA se vió bruscamente interrumpido cuando, mediada la década de los 60, irrumpió con fuerza en la escena internacional la psiquedelia. Integrado por jóvenes que rechazaban las obligaciones impuestas por el establishment, el movimiento psicodélico se oponía al convencionalismo, a la hipocresía y a la moral puritana, e invitaba a desligarse de la lucha por el poder, la riqueza y el status social, en definitiva, de la carrera hacia el éxito, mientras proponía una nueva actitud y una nueva sensibilidad, basadas en la sabiduría interior y la plenitud de los sentidos, es decir, en el conocimiento y enriquecimiento del mundo interior. La psiquedelia, finalmente, denunciaba el envenenamiento sistemático de la población con “drogas legales” (alcohol, anfetaminas, barbitúricos…), mientras proponía en su lugar otras sustancias.
En este sentido, la extensión del consumo experimental de psiquedélicos – especialmente Marihuana y LSD- y la TRIBALIZACIÓN de la juventud determinaría que el consumo de drogas quedara vinculado definitivamente a subculturas juveniles (beatnicks, hippies, etcétera).
El fenómenos del turismo masivo influyó decisivamente para que estos cambios -pese a la dictadura de Franco- tamién llegaran al Estado español. En consecuencia, se desató la histeria antipsiquedélica, especialmente intensa en el bienio 1969-70, y, aunque algunos medios insistían en que el uso de drogas todavía no representaba un “problema grave” en España, las autoridades gubernativas reaccionaron con la creación de la Brigada Especial de Estupefacientes (abril de 1967), el sometimiento de la LSD, mescalina y psilocibina al régimen de control de estupefacientes (agosto de 1967), la actualización de la antigua Ley de Vagos y Maleantes mediante la promulgación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (agosto de 1970) y, finalmente, una nueva reforma del Código Penal (1971).
El tema cobró nuevos atractivos para la prensa, que sustituyó el antiguo genérico “paraisos artificiales” por otro mucho más funcional: “LA DROGA”. Por una parte, algunos iconos juveniles empezaron a ser relacionados con su uso y en los medios de comunicación saltaron los primeros casos escandalosos de DOPAJE ENTRE DEPORTISTAS DE ELITE; por otra, se promovieron nuevos estereotipos, como el del politoxicómano y la denominada “teoría de la escalada”. Si bien, la prensa también comenzó a reflejar otros puntos de vista menos convencionales: argumentos en favor de la legalización de la Marihuana, crítica a la criminalización de los drogadictos, diagnósticos de TOXICOMANÍA como enfermedad, censuras ante la escasez y deficiencias de recursos asitenciales, etcétera.
TRANSICIÓN Y DEMOCRACIA: La Institucionalización del “problema” (1976-1985):
A partir de la muerte de Franco, habían comenzado a recuperarse una serie de rituales lúdicos, abriéndose paso a una fiesta de mitificacion confusa y frágil y, a la vez, aventura de libertad, pura y cruel. La demanda de drogas se manifestó sin cortapisas y la euforia disparó los niveles de consumo, al tiempo que se propiciaba y generaba una imagen cultural vagamente positiva de las mismas.
Con todo, en 1978 la sustancia ilícita más consumida con diferencia en el Estado español era el hachís. Ese mismo año, sin embargo, supuso un punto de inflexión en el proceso de expanción de la heroína por vía intravenosa.
“La droga” pasó a primer plano de la actualidad, merced a un ejercicio de dramatización -promovido por los medios de comunicación y ciertas instituciones públicas y privadas -, mediante el cual se consiguieron identificar todos sus males con una sustancia- tipo (heroína), un consumidor-tipo (yonqui) y toda una coreografía típica (cuelgue, enganche, jeringas, agujas, palos, tratamientos, sobredosis, monos, etcétera). Así, un sondeo realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 48.8% de los españoles encuestados ya consideraban en abril de 1980 el “problema” de las drogas como “muy importante” y el 31.8% “bastante importante”.
Quienes se iniciarían en el consumo endovenoso de heroína a mediados de los 80 lo harían ya únicamente porque formaba parte de su ambiente.
Sin embargo, y habida cuenta ya a estas alturas del manifiesto fracaso de la política prohibicionista y represiva- en el sentido de lograr una sociedad libre de drogas y drogadictos – la toxicomanía comenzó a dejar de relacionarse con la idea de vicio y crimen, para pasar a identificarse con la noción de enfermedad , otro modo, en definitiva, de justificar el avasallamiento de la voluntad de muchos ciudadanos. Así, en 1983 se reformó el Código Penal, despenalizándose expresamente el consumo, reduciendo las penas e imprimiendo carácter legal a la distinción entre drogas DURAS y Blandas.
En octubre de 1985, otro sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) venía a poner de manifiesto que las drogas consituían el cuarto problema màs grave -tras el paro el terrorismo y la inseguridad ciudadana-, lo que equivalía a ratificar tal decisión gubernativa. Desde entonces, el “problema de las drogas” ha figurado como uno de los principales en el colectivo imaginario de los españoles. Ninguna autoridad ha querido entender, sin embargo, que -al menos desde 1984- gran parte de la alarma social generada ante el “problema” tiene que ver con una de las peores consecuencias de la prohición: la corrupción, cada vez más visible y extendida, entre las instituciones del Estado.
ACTUALIDAD:
- En la actualidad, el consumo de sustancias ilegales en España es un fenómeno asociado al ocio, que afecta especialmente a jóvenes que toman por diversión sustancias psicoactivas, cuyos riesgos no perciben. Cannabis, cocaína y éxtasis son por este orden las sustancias ilegales más ingeridas. Frente a este incremento, se constata un descenso del consumo de heroína y las muertes asociadas al uso de este opiáceo. En cuanto a las drogas legales, el alcohol y el tabaco siguen siendo las sustancias psicoactivas de mayor consumo. El empleo de cannabis y cocaína se ha incrementado sobre todo en el sector más joven de la población.
Los datos de la Encuesta Domiciliaria sobre abuso de Drogas en España, entre los años 1995 y 2003 nos indican que ha aumentado en mayor o menor medida la proporción de personas que consume, hipnosedantes sin receta médica, cocaína y cannabis. Se mantienen en proporciones similares a las de la década anterior los consumos de tabaco, bebidas alcohólicas, éxtasis, anfetaminas, alucinógenos e inhalables volátiles, mientras que continua descendiendo el número de consumidores de heroína, sobre todo el de los que la consumen por vía inyectada.
A continuación voy a poner un vídeo que trata sobre los porros , la cruel y triste realidad de hoy en día. Esta práctica del consumo de "porros" es considerado un acto social , una actividad realizada para el ocio , sobretodo , de adolescentes.
También vemos, en la actualidad, como debido al desempleo, se consume menos cantidad de droga. Veamos un vídeo en relación con ello en nuestro país.
HOY LUCHAMOS PARA QUE ESTO PARE
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¿QUIERES QUE ESTO SIGA PASANDO A TU ALREDEDOR?
Bibliografía:
- Libro "Drogas y cultura de masas" .España 1955-1985. Juan Carlos Usó Arnal
-Historia de las drogas en España (1918-1985). Marihuanawiki.com
-Situación actual del consumo de drogas. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
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